En el capítulo anterior, nos quedamos entrando en París, capital de Francia, sintiéndonos como un ciclista más del Tour de Francia.
En esta ocasión decidí coger un hotel de la cadena F1, una cadena bastante económica de hoteles con baños compartidos pero en esta ocasión lo que me interesaba era tener parking para la moto, no quería dejarla en el centro de París pasar la noche en la calle, por seguridad más que nada.
Después de la ducha, bien merecida por cierto, me puse el uniforme de turista y fui al centro de París, y lo primero que me encontré fue «El arco del Triunfo«, obligada parada fotográfica. Seguí rumbo al icono de París y casi de Francia, «La Torre Eiffel«, busqué a alguien que me hiciera esa mítica foto en la que saldríamos yo y mi más fiel compañera de viaje con la icónica estampa, aparque la moto cerca y me dispuse a conocer la ciudad como mejor se conocen los sitios, desmonte y empecé a andar.
Quería ir a ver la Catedral de «Notre Dame«, que hacía pocos años había sido noticia a nivel mundial por un devastador incendio que consumió gran parte del tejado, se dice que esto ha ocurrido por que las gárgolas que coronan la catedral son las protectoras de la misma, y habían sido retiradas para tareas de mantenimiento y esto dejo a la catedral totalmente desprotegida. El caso es que al llegar a la catedral, me encontré con que solo podía ser vista a bastantes metros de distancia, a dos calles para ser más exactos, así que bueno el paseo de casi una hora por París me había llevado a descubrir callejuelas, rincones y parques maravillosos.
Quería ir a ver la Catedral de «Notre Dame«, que hacía pocos años había sido noticia a nivel mundial por un devastador incendio que consumió gran parte del tejado, se dice que esto ha ocurrido por que las gárgolas que coronan la catedral son las protectoras de la misma, y habían sido retiradas para tareas de mantenimiento y esto dejo a la catedral totalmente desprotegida. El caso es que al llegar a la catedral, me encontré con que solo podía ser vista a bastantes metros de distancia, a dos calles para ser más exactos, así que bueno el paseo de casi una hora por París me había llevado a descubrir callejuelas, rincones y parques maravillosos.
De nuevo las paradas en las grandes ciudades no son excesivamente de mi agrado, así que, con dar un paseo por la tarde me sirvió. Al día siguiente por la mañana había que poner rumbo a nuestro siguiente destino, Dinant, en Bélgica. Después de lidiar con un Francés muy pero que muy pesado que dormía en el mismo hotel que yo y que me tubo en conversación durante al menos una hora, conseguí deshacerme de él y salir del parking. Volvíamos a la carretera.
Rumbo a cruzar la segunda frontera del viaje, la frontera con Bélgica, realmente siempre digo que las fronteras son lineas imaginarias que si no fueran por el cartel de otro país uno no se entera de que las está cruzando.
La siguiente parada ya en territorio belga es la ciudad de Dinant, una pequeña localidad bastante desconocida pero no por eso es poco impactante, yo he decidido llamarla la perla de Bélgica, este lugar es famoso por que aquí nació Adolphe Sax, el inventor del saxofón. En Dinant volví a coger otra noche de Hostel, de habitación compartida, aun que esta vez tuve la suerte de tener una habitación de 8 personas para mi solo.
La siguiente chincheta en el mapa estaba puesta en el memorial de Waterloo, lugar donde tuvo la famosa batalla entre las tropas de Napoleón Bonaparte y el general Wellington, con la derrota del primero. Al llegar intente hacerme el guiri y no pagar la entrada pero no tuve suerte así que vi la montaña en la que en lo alto se alza un león y di un paseo por los alrededores imaginándome la horrible masacre de soldados que allí hubo.
Tenia que llegar ese mismo día Bruselas, Cris cogía un avión desde Madrid para acompañarme unos días de viaje. Así que carretera hasta la capital de Bélgica. Aquí cogimos una noche en una casa por Airbnb, yo llegué a medio día y Cris llegaba por la noche así que deje los bártulos, me duche y comencé a caminar por las calles de Bruselas. De todo la historia de esta ciudad, que es mucha, me sorprendió una cosa. En donde hoy se encuentra el Atomium, no hace mucho tiempo se alzaba un zoológico humano, si un zoológico humano en el que se exigían personas… Normalmente negros que habían sido raptados de las colonias de la África belga para ser traídos a Europa. A menudo estas personas raptadas morían a causa de las enfermedades propias de Europa. No es el único zoológico humano de la historia por supuesto, en España existe constancia de que había uno en los jardines del retiro. Lo único positivo que se puede sacar de esto es que de la historia hay que aprender y saber lo que sucedió por que si no estamos condenados a repetirla.
Si no has visto el video de este capítulo te lo dejamos aquí.
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