Hay motos que te venden sueños. Y otras que, sin decir mucho, te los cumplen.
La Mitt GT-K es una gran turismo de las que no prometen fuegos artificiales… pero cuando llevas 200 km sin quejarte del culo, te das cuenta de que algo han hecho bien.
La probamos en nuestra salsa: curvas, calor y ganas de carretera.
¿La conclusión? Una moto que no va de sobrada, pero lo lleva todo. Y no se deja tu el sueldo en el intento.

¿Quién es Mitt y qué hace una GT como esta?
Mitt es marca española (sí, aunque fabrique fuera, como casi todas), y esta GT-K es su apuesta por el turismo de verdad: cúpula eléctrica, asiento cómodo, maletas de serie, buena autonomía y todo lo necesario para tragar kilómetros. Una moto que viene a hacer su trabajo. Y lo hace bastante bien.
Frenos buenos, suspensiones confort y tacto tranquilo
Esto no es una deportiva disfrazada de rutera. Es una GT cómoda, pensada para ir bien en largas jornadas. Lleva sistema de frenado Brembo tanto delante como detrás, con doble disco de 298 mm, y bomba de freno radial y he de decir que frena con ganas.
La horquilla, regulable, está más en el lado “confort”, pero puedes apretarle un poco si quieres, se encuentra cómoda, llevando un ritmo ligero, no deportivo.

Luces LED, cúpula eléctrica y carenado de nave nodriza
De noche se defiende bien. Las cortas podrían ir un pelín más altas, pero las largas iluminan lo suficiente para ver si viene un corzo con ganas de cruzarse.
La cúpula eléctrica es una gozada. Si mides 1,75 m como yo, puedes ajustarla para que el aire te pase justo por encima del casco. Y si te gusta ir con viento en la cara, bajas la pantalla y a rodar.

Pantallón, puños calientes y botonería everywhere
Tiene una TFT de 12,3 pulgadas, brillante hasta con sol de justicia. Lleva conectividad, varios niveles de brillo, voltaje de batería, sensor de presión de neumáticos (aunque algo escondido en el menú)… y botones. Muchos botones en su consola central.
Todas las «chuches» de serie, se controlan desde la consola central. Lo que sí cambiaríamos: tener puños y asiento calefactable en la piña, no en el centro. Si te pilla el frío de golpe, soltar el manillar para buscar el botón, no es lo más eficiente.

Confort real y detalles de rutera de verdad
Aquí viene lo bueno. El asiento es firme pero cómodo, sin hundirte, sin empujarte hacia delante.
El pasajero va alto, con buen mullido y asideros grandes. Lo probamos y confirmamos: es una de las motos más cómodas para ir detrás sin ir sufriendo.
Tiene maletas laterales de serie (20 L cada una), estancas, y sí: ¡entra un casco integral talla L! Pero hay que jugar un poco con él.
También lleva parrilla trasera, tomas USB-A, USB-C y mechero, manillar elevado, mandos retroiluminados… En serio, viene muy equipada.
Motor tranquilo, autonomía brutal
El motor da 75 caballos, es suave, muy lineal y retiene poco, así que puedes rodar fluido sin sobresaltos.
Y con 24 litros de depósito, te plantas fácil en los 400 km de autonomía sin parar.

¿Es perfecta? No. ¿Es honesta? Muchísimo.
🔧 Cosas a mejorar:
- Los botones de calefacción deberían estar en la piña
- La postura de rodillas puede resultar algo cerrada para quienes sufrimos en esa zona
Pero oye… por menos de 12.000 €, con lo que trae, no vas a encontrar nada parecido. Ni por concepto, ni por precio, ni por equipamiento.